En general acostumbramos a hablar sobre que es importante, incluso necesario, llevar un estilo de vida saludable, o tener y mantener unos hábitos saludables; y más o menos todos tenemos claro de a qué nos referimos, ¿verdad?
Enseguida pensaremos en dormir unas 7-8 diarias, preferiblemente por la noche (no olvidemos que, por sofisticados que nos creamos, somos unos “animalitos” diseñados para seguir el ritmo del sol, y nuestro nivel de actividad suele ir acompasado con las horas de luz).
En comer unas 4-5 veces al día, a poder ser comida saludable. Es este punto me gustaría señalar que: No, no es necesario que los cascos azules nos hagan la compra para tener una dieta saludable, con poner el acento en fruta y verdura frescas, evitar comidas muy procesadas, bollería industrial y bebidas azucaradas, puede que ya estemos bien encaminados; probablemente el punto esté más que en comer “bien”, en intentar no comer mal. Y si, me veo en la obligación de recomendar evitar consumir alcohol y drogas.
También pensaremos en beber abundante agua y si, en ocasiones podremos completar con otras bebidas (infusiones, zumos, etc…), pero es importante que hagamos el esfuerzo de estar bien hidratados con agua, nada más.
En nuestro recorrido pensaremos también en el ejercicio, y al igual que con los otros hábitos, quizás sea más sensato tirar de sentido común y comenzar por algo sencillo, caminar un ratito al aire libre (creo que ahí está parte de la clave, ¡pocas cosas nos “amueblan” mejor la cabeza, que un poco de aire libre!), y de ahí ir aumentando progresivamente hasta encontrar un equilibrio razonable, sin forzar nuestro cuerpo más allá de lo debido.
Todo ello sin olvidar cuidar nuestro aspecto, manteniendo una higiene adecuada; y nuestro entorno, conservando cierto orden y limpieza en nuestro hogar. Así como poder mantener una vida social, dentro de lo que las restricciones “pandémicas” nos permitan; y tener un medio de vida que nos permita llegar a final de mes.
¿Y ya estaría, no?
Si ponemos todo esto en práctica, ¿vamos a cambiar lo que nos sucede en el día a día?, ¿vamos a mejorar aquello que nos molesta o preocupa? Pues, lo siento, pero no. Lo que es, es…; pero sí vamos a conseguir que nuestra disposición para afrontarlo sea distinta, probablemente mejor, porque estaremos más descansados, nuestro cuerpo funcionará mejor y nos será más sencillo ver el vaso “medio lleno”. Y si nuestra disposición es mejor, probablemente nuestra manera de enfrentar esas dificultades y el resultado que obtendremos, sea mejor.
También es bueno recordar que conseguir esto no es “llegar y besar el santo”, no sería honesto hablar de estos hábitos saludables sin mencionar a una palabreja que nos gusta poco (y hasta es mala de pronunciar); si, la terrible: Constancia. Quizás por ahí vayan los tiros cuando se indica que para establecer un hábito (¿os suena que hayamos estado hablando de esto?) es necesario que la misma actividad la hagamos de manera regular durante 21 días (¡y si esto no es trabajar la constancia, vosotros diréis…!)
Si volvemos la vista unos párrafos atrás encontramos una pregunta capciosa: “¿Y ya estaría, no?”. Pues, lo siento, pero no. Es cierto que, a nivel físico, si conseguimos mantener estos hábitos, nos encontraremos mucho mejor a todos los niveles como para poder enfrentar los problemas de una manera mejor, y si añadimos el fijarnos en qué efecto tienen esos hábitos en nosotros, nos será más sencillo mantenerlos; pero tan importante como la parte
física, es cuidar la parte mental. En este sentido, ¿qué podemos hacer en la línea de tener unos hábitos saludables para con nuestra salud mental y emocional?
Pues podemos empezar por cuidarnos y mimarnos un poco haciendo algo que nos gusta, si, aunque sea por el mero hecho de que nos gusta, no hace falta que tenga una finalidad “más elevada”. ¿Qué mejor puede haber que el que nos siente bien!? Pueden ser muchas cosas, con más o menos acción, solo o acompañado, pero que nos haga sentir bien, esa es la clave.
Y tan importante como eso es que podamos hablar con alguien; poder comentar nuestras preocupaciones, ilusiones, desilusiones y disgustos, nuestros enfados, nuestros equívocos y nuestros aciertos. Poder contarle a alguien aquello que nos preocupa nos ayuda a darle forma, a ponerlo fuera de nosotros y estando fuera, no se… Parece que pesa diferente, y seguro que menos.
Si en algún momento sientes esa necesidad, y no se ve del todo satisfecha contándoselo a una persona cercana, quizás sea buena idea pedir ayuda profesional; si es así, no lo dudes.