Suelo decir que no podría vivir sin música, es cierto, pero a veces hasta me olvido de lo muy cierto que es. A lo largo de la vida nos encontramos con muchas canciones: unas vienen, están y se van; otras llegan y se quedan; las hay que aparecen y regresan cuando más falta hacen…. Como los magos, las canciones llegan cuando tienen que llegar.
El otro día una de esas que vienen y van volvió a cruzarse por el reproductor, decía que a veces no tienes que hacerlo todo tu solo. Fue como una (pequeña y cariñosa) bofetada de realidad.
El día a día (y más este día a día pandémico que nos ha tocado vivir), con su stress, su tensión, su incertidumbre, puede hacer que tengamos más tendencia de la debida a ver el vaso medio vacío; no nos equivoquemos, anticiparse y tener cierta previsión es bien, pero dejarnos llevar por las preocupaciones, el agobio y el miedo no tanto.
Como dice la canción, a veces no tienes que hacerlo todo solo, puedes compartir un poco “la carga” con alguien y que se haga más llevadera (recuerda que las cosas, fuera, pesan menos), o que te ofrezca un punto de vista distinto o una manera diferente de encarar una dificultad.
Si te encuentras en una situación así, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Saber cuando pedir ayuda, es bien. No tenemos que saberlo todo, no tenemos que poder con todo. No es más inteligente y capaz quien lo hace todo por si mismo, si no quien conoce el número de la persona que puede ayudarle a solucionarlo.